Golpear fuerte: “lo siento en mi pancita”
Veremos ahora otro caso del segundo año de investigación: se trata de un niño que ama golpear muy fuerte, tiene mucha energía y está acompañado por la educadora. La educadora sale un momento y el niño prosigue, aunque hay ruido en el entorno el niño continua con su improvisación.
Luego mientras golpea llama a la educadora, ella regresa y lo felicita, el niño le comunica: “he tocado fuerte” y sigue percutiendo superando los 15 minutos ininterrumpidos y no se cansa y dice “voy a seguir“. A un cierto punto el niño comunica a la educadora que “cuando golpea fuerte, lo siente en su guatita.”
En el 3° año las educadoras disponen situaciones imaginadas y creadas por ellas pero deseo contarles que en ese 3° año había varios niños explorando en una sala y llamó mucho la atención en particular uno de ellos que golpeaba mucho y muy fuerte; a un punto pidió que sus compañeros salieran de la sala, los niños se retiraron y él siguió percutiendo y además, ¡apagó la luz! y si bien su madre llegó a buscarlo para ir a casa, el niño no quiso suspender su percusión y siguió golpeando muy fuerte.
Pareciera que se provoca un gran placer al producir sonidos fuertes – personalmente no me atrae- pero probablemente es el mismo placer que sienten los percusionistas y que también se manifiesta en los niños pequeños.
Cuando decía que para mí fue un descubrimiento.....A priori no me interesaban estos instrumentos de percusión porque no se deberían obtener sonidos y gestos variados, más finos, etc. Pero se comprende que para ese niño golpear fuerte es muy importante. Tiene una experiencia sensorial muy fuerte, aunque golpea siempre fuerte. Después de esas observaciones puedo resumir que hay varias experiencias musicales, encontramos el niño que hace variaciones, el que desarrolla un hallazgo, lo repite, aquel que en cambio insiste en la sonoridad de percusión fuerte.